domingo, 17 de julio de 2016

Lanzarote: Montaña Negra y Montaña Colorada

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Realizada el viernes 24 de octubre de 2014, estupendo día de sol y con una temperatura ideal, lo que nos proporcionó una agradable ruta.

Es una ruta corta, de poco más de 5 kilómetros, fácil de realizar a pesar de las dos subidas que no tienen otra dificultad que la que representa la incomodidad de ir pisando el lapilli.
Montaña Negra, nuestro primer objetivo, tiene 517 metros y Montaña Colorada 460. PERO si tenemos en cuenta que partimos de una cota de 329 metros, el desnivel a superar de la primera es de tan solo 188 metros y el de la segunda solo de 100 metros desde su base (a 360 m).
Puede hacerse con niños pues, aparte del relativo esfuerzo, no entraña peligro. Solo en Montaña Colorada habrá que tener cuidado cuando se llegue arriba para evitar accidentes pues cuando se está arriba hay un desnivel importante al cráter.


El punto de partida está en el aparcamiento existente en el punto kilométrico 4,5 de la carretera LZ-56. Es el mismo lugar en el que aparqué cuando hice la ruta al Volcán del Cuervo.
Si hemos ido desde Masdache por la LZ-30, tendremos que haber tomado la LZ-56 que sale por la derecha a unos 2,5 kms. de dicha población.
Si vamos desde Uga, por la Geria, el desvío lo encontraremos a nuestra izquierda como a unos 5 o 6 kms.
También podemos venir por la propia LZ-56 desde Tinajo, Tajaste o Mancha Blanca. En este caso encontraremos el aparcamiento a nuestra derecha como a unos 3 kms. después de dejar Mancha Blanca.
No cabe posibilidad de pérdida pues a un lado de la carretera veremos la Caldera de los Cuervos con su inconfundible perfil y, al lado contrario, Montaña Negra y Montaña (o Caldera) Colorada




Antes de salir del aparcamiento en dirección al volcán vemos a lo lejos toda la línea de las Montañas del Fuego, ya dentro del Parque Nacional de Timanfaya, que nos llama la atención por su belleza.
Destaca sobre todos el Pico del Fuego (o Montaña de Timanfaya), que debe su nombre al intenso color rojo que lo adorna.



Los dos puntos que nos proponemos visitar están al otro lado de la carretera, para lo que cruzaremos la misma con cuidado. A la derecha, Montaña Negra y a la izquierda Montaña Colorada.


En cuanto cruzamos vemos en la falda de Montaña Negra, y un poco a la derecha de donde estamos, un estrecho sendero que asciende hacia la cima de derecha a izquierda, por lo que nos dirigimos hacia allá.


Enseguida llamó nuestra atención una hondonada en el mismo inicio de la falta de Montaña Negra y una pequeña construcción de cal blanca y piedra existente allí. Nos acercamos para ver de qué se trata.


Es la Fuente de Montaña Negra. Veremos un pozo en el suelo, cercado de cemento Cuando estuvimos nosotros estaba tapado con una chapa de metal que pudimos levantar, sin dificultad, para ver el interior. El pozo tiene entre metro y medio y dos metros de profundidad y había agua como hasta un metro de altura.
Hay que tener en cuenta que estamos en una montaña que fue cubierta por lapilli (ceniza volcánica) cuando las erupciones de principios del XVIII. Depósitos de agua como este en el que nos encontramos existen por toda la isla, realizados hace mucho tiempo por los habitante de la misma que veían cómo salía agua por diversos sitios, por lo que hicieron estos receptáculos. Estos pozos almacenan el agua que, ya procedente de la lluvia, ya de la humedad de la noche, se filtra a través de la arena y llega hasta las capas interiores. Una vez allí, el agua se desliza, por gravedad, por la ladera llegando hasta el pozo, donde se almacena.




Podríamos llamar a este pozo “mareta”, que es un nombre específico canario. La Academia Canaria de la Lengua dice, en su primera acepción, que una mareta es una “hondonada grande hecha en el terreno para recoger el agua de lluvia” y en la segunda reserva el nombre para un “estanque hecho de mampostería”.
Al salir de la construcción tomamos el sendero que arranca por nuestra derecha para comenzar a ascender. El sendero enseguida se bifurca, por lo que tenemos dos opciones: o ir derechos hacia lo alto o seguir por la izquierda, lo que nos permitirá una subida ligeramente zigzagueante y más cómoda. Nosotros optamos por esto último.
En cuanto cogemos un poco de altura el panorama cambia ante nuestros ojos y se embellece enormemente: tenemos enfrente de nosotros la Caldera de los Cuervos y, a su izquierda y de escasa altura, las Montañas del Cuaco y de Peña Palomas. También a la izquierda y de mayor altura, Caldera de Gaida y Montaña de Guardilama. Al fondo, detrás del Cuervo, Montaña Diama. Y mucho más al fondo, Pico Redondo y la Montaña de la Vieja Gabriela.


A la derecha del Volcán del Cuervo vemos, en primer plano la carretera por la que hemos venido y el aparcamiento donde hemos dejado el coche (cuando hicimos la foto, había un autobús). A fondo, las elevaciones del Parque Nacional de Timanfaya.


El sendero es amplio y se hace bien. El único y poco importante inconveniente es el que representa la incomodidad de caminar pisando el rofe (lapilli o ceniza volcánica), con el característico ruido “ras – ras” que hacen las zapatillas sobre el mismo.


Cuando llegamos arriba del todo concluimos que el espectáculo ha merecido, realmente, el esfuerzo de la subida.


Y procedemos a hacernos las oportunas fotos para dejar constancia de la “hazaña”.



Suka, que nos acompaña y ha hecho (y lo seguirá haciendo) todo el trayecto a pie y por sus propios medios, también quiere ser inmortalizada.


Ante nuestros ojos y por debajo de la altura a la que estamos está el punto en que, al caer la noche del 1 de septiembre de 1730, se inició toda la actividad volcánica que durante algo más de cinco años asoló Lanzarote. Este fue el primer volcán y de él salieron las primeras lavas: el Volcán del Cuervo.
Detrás de él, al fondo, Pico Redondo y la Montaña de la Mancha.
A la izquierda de la foto, Yaiza, semioculta por Montaña Diama y Montaña Chupaderos.
A la derecha, la Montaña del Valle de la Tranquilidad y más al fondo, Montaña Termesana.


Cuando miramos hacia el norte nos queda a la vista Montaña Colorada, que vamos a visitar a continuación.
Justo detrás, casi tapada por estar en línea con la anterior, Montaña Ortiz. Y más atrás todavía distinguimos sin dificultad las casas de Mancha Blanca entre Montaña Coruja (437 m) y la Montaña de los Rostros (406), a la izquierda de la anterior. Destaca también, a la derecha de Mancha Blanca y más alta que las demás, Montaña Tinache (450 m) a cuya izquierda (justo por encima de la corona de Montaña Colorada) distinguimos algunas casas de Tinajo.
Al fondo, a la derecha de la foto, se distingue Soo delante de Pico Colorado y la Montaña de las Campanas.


Antes de comenzar a bajar para dirigirnos al siguiente destino, vemos a nuestra izquierda la Montaña de las Nueces (en primer plano en la foto) y, detrás de ella, la Montaña de los Rodeos que visité en mayo de 2015, junto con la Caldera de la Rilla (que está a la izquierda de lo que se ve en la foto y fuera de ella).
Aprovecho para indicar que la Montaña de los Rodeos tiene una bajada pronunciadísima y muy larga y enormemente resbaladiza.


Sin más demora cruzamos la cumbre de Montaña Negra para comenzar a bajar hacia Montaña Colorada.
En la falda, a nuestros pies, unos campos de cultivo en medio del lapilli. Enfrente y espectacular Montaña Colorada, de la que podría decirse que parece pintada con brocha. Alcanzamos a distinguir un nutrido grupo de excursionistas que van a bordearlo por la base, así como la espectacular y enorme bola basáltica de la que luego hablaré.
Aprovecho para indicar el recorrido que hicimos nosotros para subir, recorriendo el borde del cráter y la bajada.


Cuando se baja de Montaña Negra nos topamos con el sendero que bordea el mismo. Podemos seguirlo hacia la izquierda para tomar enseguida el desvío que, saliendo a la derecha, se dirige hacia Montaña Colorada. No hay dificultad alguna aunque éste último sendero es menos evidente que el anterior.



Creo que es interesante ser conscientes de que, debajo de nuestros pies en este tramo que caminamos, quedaron enterrados algunos pequeños núcleos de población en las erupciones de principios del XVIII: Guimón, Candelaria, Tomarén, Masintafe, Masdache y Mozaga. Todos ellos, con las pertenencias de sus habitantes, quedaron debajo en la precipitada huida de sus habitantes.
Sobrecoge.
Según nos vamos acercando queda ya, al alcance de la mano, tanto Montaña Colorada como la inmensa mole de la bola basáltica a la que antes me refería.



El color es absoluta y llamativamente rojo y me preguntó cómo es posible que la superficie tenga tal intensidad de color y me propongo fotografiar, de cerca, la superficie para dejar constancia aquí.
Aprovecho que veo bajar a una pareja para hacer una toma que permite ver la dimensión de la falda del volcán.


Un elemento singular en esta visita es la enorme bomba volcánica que está al pie de la falda y que cuenta con unas dimensiones de 4 x 5 metros y está considerada la bomba volcánica más grande del mundo.
Las bombas volcánicas son fragmentos viscosos de lava que son lanzados durante el proceso de erupción. Lo normal es sus dimensiones vayan desde los pocos centímetros de diámetro a los veinte o treinta, siendo pocas las que alcanzan el metro.
Cuando son lanzadas, giran en el aire y van adquiriendo esa forma redondeada en tanto que se van enfriando. Si el interior de la bomba se solidifica durante su vuelo aparecerán grietas en su parte exterior.
Todo lo anterior confluye en este ejemplar. Alejandro y yo nos pusimos junto a ella para que en la fotografía se pudiera apreciar su enorme tamaño. Suka también participó, subiéndose a uno de los rebordes.





En el mapa de Wikiloc señalo con un waypoint el punto donde pueden encontrarse abundantes restos de piedra pómez. Solo hay dirigirse desde la bomba al camino que circunvala el volcán y cruzarlo. Justo al otro lado nosotros encontramos muchas piezas.
Enseguida tomamos el sendero que asciende al cráter, cubierto de una espesa capa de cenizas volcánica bastante gruesas, lo que ralentiza tanto la ascensión como provoca algún que otro resbalón.
Las cenizas de lava  contienen una alta concentración de óxidos de hierro, lo que les da ese característico color rojizo que tanto destaca desde la distancia.




Y a nuestras espaldas, Montaña Negra, con su hundida cima y el área de cultivo junto a la que hemos pasado al bajar de la misma.


El esfuerzo tiene su recompensa con las vistas que la altura nos ofrece. Y nos hacemos las fotos de rigor, claro está.



Y también reponemos líquidos. Y Suka la primera, por supuesto.


El interior del cráter de Montaña Colorada me llamó poderosamente la atención por la gran cantidad de lavas solidificadas que tiene y por la altura de las mismas. Es decir, a diferencia de otros, este cráter está lleno de lavas solidificadas en su interior. Este fue el último volcán en entrar en erupción en el periodo 1730-1736 y, según cuenta la tradición, sus lavas se detuvieron a las puertas de Tinajo cuando sus habitantes salieron en procesión portando un cuadro de la Virgen de los Dolores. Al llegar donde ya llegaba el río de lava candente, un paisano clavó una cruz en ellas y el río de lavas de detuvo.




Después de haber recorrido una parte del cráter y cuando tenemos a la vista el aparcamiento que hay en el camino de acceso a Montaña Colorada, comenzamos a descender. ADVERTENCIA: hay que tener cuidado pues al bajar es más resbaladizo que al subir. No hay mayor peligro, pero conviene llevar bastones, ir atentos, asentar bien los pies y evitar resbalones.





Cuando llegamos abajo no nos queda más que tomar el sendero a la derecha, en dirección a la carretera. Haciendo este tramo tendremos la oportunidad de contemplar la Montaña de las Nueces, espléndido volcán.


Una vez en la carretera solo tenemos que volver al aparcamiento donde dejamos el coche. Con cuidado y prestando buena atención a la circulación.



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