miércoles, 7 de mayo de 2014

Lanzarote: Playa Blanca a Punta Papagayo y Caleta Larga


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Realizada durante la mañana del 15 de noviembre de 2013.
Es una ruta de unos 12 kilómetros, que yo alargué en 1,5 más porque el último tramo lo hice en coche (desde el punto kilométrico 10,8 de mi recorrido), ya que mi hijo fue a recogerme a ese punto. No obstante, desde ese punto un camino lleva, en poco más de un kilómetro, al hotel Papagayo Arena, punto de partida y llegada de esta ruta, eminentemente lisa y cuyo principal desnivel es la bajada y subida de alguna torrentera alrededor del kilómetro 8 del recorrido.


Conviene llevar una provisión razonable de agua, pues a partir del Camping de Puerto Muela no se va a encontrar ni agua ni sombra por ningún otro lado más que al cobijo de algún risco.
Tomé como punto de partida para esta ruta el hotel Papagayo Arena, ubicado prácticamente donde en estas fechas (2013) termina Playa Blanca en dirección a Punta del Papagayo. Y lo hice así, porque otro de los recorridos que llevé a cabo fue toda la línea de litoral de Playa Blanca, desde aquí mismo hasta el Cachazo, pasada ya Punta Limones. Con ello, más la ruta al Faro de Punta Pechiguera y Caleta Negra,  y otras dos que hice para bajar desde El Golfo hasta Playa Blanca, completé el recorrido a pie del litoral sur y sureste de Lanzarote al completo.



Junto al hotel, un cartel informativo de la ruta que ya no informa de nada. Como es habitual, el salvajismo le ha privado de realizar el cometido para el que fue colocado ahí.


A la izquierda del hotel sale un camino que lleva a Playa Mujeres, primer destino al que me dirijo.
A mi izquierda, el pequeño Cerro Papagayo (44 metros), que me oculta parcialmente los Morros de Hacha Chica que, con sus innumerables barrancos, que serán compañeros para la vista durante toda la ruta.


A pesar de que es relativamente temprano ya hay gente que se dirige a la playa. El día está magnífico, y merece la pena.
En apenas 600 metros queda ante mi vista Playa Mujeres, amplia, larga y espaciosa, con un cómodo acceso y en absoluto congestionada de gente.


La vista hacia Playa Blanca queda tapada por el acantilado que separa la Playa de las Coloradas de la de las Mujeres. No he sido capaz de encontrar el nombre de esta punta pero, sin duda, debe tenerlo.
De una de las hendiduras de las rocas parece que alguien ha hecho su hogar.




Justo en la bajada a la playa, una antigua construcción, en completa ruina. Por su forma, pudo ser un pozo, o un horno, o una torre de vigilancia. Pienso que debe tener alguna relación con el yacimiento arqueológico (al que luego me referiré) de San Marcial de Rubicón. De momento, dejo aquí constancia de su existencia y ubicación.



La playa se encuentra todavía bastante vacía, pero por los caminillos que descienden por las laderas se ve que ya acude bastante bañista a pasar la mañana.



Cuando llego al fondo de la playa subo, sin ninguna dificultad, por una vereda que me ubica otra vez en lo alto. Las vistas son preciosas y las pequeñas calas a las que se puede acceder sin ninguna dificultad, son un verdadero privilegio para quien venga a echar un rato disfrutando de la paz del lugar. Desde luego, me tomo buena nota para venir en otra ocasión con la principal ocupación del simple relax.



Desde ahí puedo bajar directamente a la Playa de los Pozos o, desviándome ligeramente a la izquierda, ir a visitar primero el yacimiento arqueológico de San Marcial de Rubicón, que es por lo que me decanto.
Desgraciadamente no existe en el lugar o, al menos yo no lo veo, ningún tipo de información que pueda servir a los visitantes para saber, con exactitud, de qué se trata el yacimiento, cuál es su historia, qué es lo que vemos.



Fue aquí, en San Marcial de Rubicón, donde los franco-normandos iniciaron la conquista y colonización de Lanzarote allá por 1402. Iban a las órdenes de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle.
Dada su antigüedad, San Marcial de Rubicón está considerado el primer asentamiento, la primera ciudad europea de Canarias.
¿Porqué aquí? Al parecer fue considerado un lugar idóneo debido a la existencia de buenos fondeaderos, pozos de agua salobre y la posibilidad de cazar focas monje en la Isla de Lobos, cercana al lugar.
Y el apelativo de “Rubicón”, ¿a qué se debe? Pues he leído referencias a la proximidad del volcán Montaña Roja y al color del mismo. En latín rojo se dice “rubro” y un derivado es “rubico”. No obstante, Montaña Roja está solo relativamente cercana y, sin embargo, al lado mismo del asentamiento, existe un promontorio de un evidente color rojo que también pudiera tener algo que ver. Aquí está la evidencia merced a Google Earth.

(Cortesía de Google Earth)
De hecho, la primera diócesis propiamente canaria, con plena jurisdicción, estuvo aquí y se denominaba “Obispado Ribiscense” o “Rubicense”. Era la segunda diócesis por orden de creación, pues la primera se erigió en Telde por el papa Clemente VI el 7 de noviembre de 1351, antes de la conquista de las Islas, para amparar el proyecto de misioneros mallorquines y catalanes, y desapareció tras el martirio, en 1393, de los 13 misioneros que ejercían aquí. Y con los misioneros también desapareció ese obispado de Telde.
El Obispado Ribiscense o Rubicense, fue fundado por el papa Benedicto XIII (el Papa Luna) el 7 de julio de 1404, festividad de San Marcial de Limoges, estando en Marsella y a petición de los conquistadores normandos Bethencourt y de la Salle que he citado antes, originarios de dicha ciudad francesa (Limoges). Dicha bula erige la ciudad Rubicense como diócesis de un obispado, declarando a la pequeña ermita que habían construido como catedral sufragánea de la de Sevilla.
El nombre originario no es Rubicón, sino Rubico, romanización del adjetivo latino rubicum, palabra que pronunciada al uso francés se transforma en la forma llana rubícum, en el agudo rubicón, que se vulgariza rápidamente en la titulación eclesiástica de la diócesis y en el uso de los conquistadores hispanos. “Rubico” es el término que utiliza la Bula de 7 de julio de 1404 al erigir la diócesis.
La sede episcopal y catedral se establecieron en la ermita, a tiro de piedra del Castillo de Rubicón (que no hay que confundir con la Torre del Águila o de las Coloradas, cuya construcción data de 1742, cuando se erige para hacer frente a las incursiones berberiscas en la isla) construido por los propios normandos en la pequeña colina situada al otro lado del barranco donde se ubican los pozos. La catedral se puso bajo la advocación de San Marcial.
De lo que fue tal ermita solo queda su recuerdo: en la pequeña colina amesetada en la margen izquierda del barranco se encuentran los restos de la primitiva iglesia-catedral de San Marcial, con unas hipotéticas dimensiones de 13'5 m de largo por 7 m de ancho. En la cara sur aparecen dos escalones excavados en la roca y un conjunto de pequeñas losas que dan acceso a una explanada acondicionada mediante un suelo empedrado, a modo de anteiglesia o lugar de reunión.
El lugar solo se reconoce actualmente por la cruz que, sobre 1862, levantó allí el párroco de Yaiza, al identificar allí los cimientos de la ermita. Sin embargo, las labores arqueológicas efectuadas con posterioridad no han proporcionado restos asociables a esta construcción.
El 25 de agosto de 1435 el papa Eugenio IV, a la vista de los ataques de piratas que que sufría la isla y de la pobreza del lugar, aprobó el traslado de la sede de Rubicón a Gran Canaria decretando que, en adelante, la diócesis se denominase “Canariense-Rubicense”, aunque el traslado no se hizo efectivo hasta 1483. La catedral de Santa Ana fue dedicada en noviembre de 1485.
La sede episcopal de Rubicón tuvo 10 obispos, de los cuales 6 vivieron en Lanzarote. La diócesis Canariense-Rubicense, llamada habitualmente de Canarias, ha tenido hasta el presente 68 obispos durante sus 609 años de existencia.
Dicho todo lo anterior, vuelvo a lo que actualmente podemos ver.
En el cauce del barranco actualmente quedan cuatro pozos que, desde el mar hacia arriba son los pozos de San Marcial, el de la Cruz (con dos accesos, uno escalonado y otro de brocal), el de la Pila y el de las Cabras (bastante más arriba). En algunos sitios de habla de tres pozos más, pero que pudiera ser que, con diferentes nombres, se refirieran a los tres primeros citados.
En el Pozo de la Cruz, en el dintel de bajada a la cámara, existen diversos grabados. Hay varios dibujos geométricos rectilíneos, así como una figura de 5'5 cm de alto, que se interpreta como el símbolo de la diosa Tanit. En otro bloque hay varias figuras de trazado rectangular de alrededor de 23 cm de largo.


La cruz que marca los restos de lo que pudo ser la iglesia está en el margen izquierdo del barranco, mientras que la ubicación de la Torre estaría al otro lado, en la pequeña colina que hay sobre el pozo de San Marcial y en una meseta de unos 13 metros cuadrados.
A un lado y otro de la Torre lo que se identifica  a una como zona fabril y a la otra como “estructuras rectangulares” que yo, en mi paso por allí, no pude ver por falta de información.




Antes de abandonar este lugar, indicar q      ue todos estos pozos eran un sistema mixto de almacenamiento y extracción de agua DE LLUVIA que utilizaron los aborígenes de varias islas y, entre ellos, los de Lanzarote, y se basan en lo que se denomina “sistema de eres”: el agua de lluvia se filtra por la arena hasta llegar a la roca que, dada su impermeabilidad, permitía su depósito. Para extraer el agua se utilizaba el “sistema de eres”: se iba retirando la arena de la superficie hasta que fluía el agua.
Si alguien quiere profundizar en toda esta historia (que a mi, personalmente me ha parecido interesante, apasionante y sugerente), me permito indicar estos CINCO trabajos, cuyos enlaces incluyo:





Algo de información, más sencilla y simple que las anteriores, en “Pozo del Rubicón”.

Me alejo del barranco y su yacimiento arqueológico adentrándome en la Playa de los Pozos que, para mi sorpresa, observo que es de uso fundamentalmente nudista, por lo que no hago exhibición de la cámara de fotos para evitar posibles suspicacias. La playa es preciosa, recogida y muy agradable.


Justo a continuación, una pequeña cala absolutamente preciosa y recogida, pero de difícil acceso. Se puede bajar hasta la orilla por el lado derecho, pero extremando el cuidado, tiene su dificultad.



Gracias a un señor que trabajaba en el chiringuito que estaba al otro lado pude saber que la caleta que venía a continuación se llama Cala Serita, a la que se puede acceder sin ninguna dificultad.



La siguiente es Playa del Papagayo, de las más conocidas y, posiblemente, frecuentadas. Quizá porque se puede llegar hasta aquí con coche, existiendo un razonablemente amplio aparcamiento y cuenta con un par de sitios donde, además de conseguir bebidas, también se puede comer.
El lugar es, como todos en esta ruta, precioso y las vistas espléndidas pues, como el día está sin ninguna bruma, se puede ver a mi espalda el inicio del Monumento Natural de los Ajaches y mirando al mar, por un lado Playa Blanca hasta Montaña Roja y, por otro, la Isla de Lobos y Fuerteventura un poco más allá.




La playa también es amplia y espaciosa y los accesos a la misma no revisten ninguna dificultad.




El extremo más al sur de Lanzarote es Punta Papagayo. Justo antes de llegar hay una punta amplia que mira hacia la Isla de Lobos. Como tenía empeño en bordear todo lo que me fuera posible la Isla, fui a recorrer dicha punta, encontrándome lo mismo que ha había visto en el fondo del cráter de Montaña Roja: los enamorados que dejan constancia de su amor eterno dibujando con piedras en el suelo un corazón y sus iniciales.
De algunas de las inscripciones, seguramente por el paso del tiempo, apenas si queda rastro alguno.



Allí mismo existe un antiguo refugio subterráneo construido con piedras volcánicas y hormigón. Tiene las trazas de haberse excavado primero para construirlo y haberse cubierto de tierra después. Por más que he buscado alguna referencia al mismo para saber para qué se construyó o qué uso pudo tener, no he logrado encontrar nada, ni tan siquiera fotos.
Aquí dejo constancia del mismo.





Tuve el capricho de hacer una foto señalando el extremo sur de la Isla y la roca que, de algún modo, es la concreción de dicho extremo y la suerte de poder fotografiar la Isla de Lobos y, detrás, Fuerteventura, viéndose con cierta nitidez la población de Corralejos en la costa.





Me doy cuenta que me estoy entreteniendo demasiado y la mañana avanza. De algún modo no es culpa mía, sino de la magia del lugar y de la belleza que se extiende ante mi vista. ¡Cómo no detenerse para que los ojos se sacien! Pero el sentido común puede más y decido dar la espalda al sur y seguir bordeando la costa, dirigiéndome a la Caleta del Congrio.
Enseguida me doy cuenta que también es una playa donde se practica el nudismo con profusión, por lo que cuido no causar una sensación equivocada.




Intento recorrer la playa completa, para salir por el otro extremo directamente al camping de Puerto Muela. Sin embargo, la marea está alta y en un punto determinado no puedo continuar, por lo que me toca dar la vuelta y subir por los promontorios de arena y continuar, por allí, hasta el camping y la pequeña playa que queda frente al mismo.




Las instalaciones del camping son amplias, espaciosas… y están completamente vacías. Hay vehículos en el aparcamiento del camping, pero no se ve ni una tienda, ni una caravana. Quizá se deba a la época del año en que estamos (noviembre).




Un pequeño golfo, al que no veo manera de que se pueda bajar (aunque seguro que por algún sitio se podrá) queda marcado por las dos puntas que se denominan “Puerto Muela”.


La primero que encuentro es Puerto Muela de Abajo y la otra, como es lógico, se llama Puerto Muela de Arriba. En esta de abajo en las dos puntas que tiene colocaron sendas señales de hormigón, hoy cubiertas de excrementos de los pájaros.



El trayecto del Puerto de Abajo al de Arriba, precioso por las vistas. Un lugar para venir a sentarse y deleitarse contemplando.



Delante del segundo Puerto hay una pequeña meseta de terreno liso. Veo aquí a los últimos caminantes, pues en el trayecto que me queda, hasta que esté ya rematando la ruta, no volveré a ver a ninguna otra.



El siguiente saliente de la costa es La Juradita, desde donde veo Baja Cumplida y, al fondo, Puerto Calero y más a la derecha Puerto del Carmen.


El único tramo relativamente incómodo que me encuentro en toda la ruta viene ahora. Se trata de una torrentera labrada por la aguas de lluvia que bajan hasta el mar. Bajando por ese pequeño barranco se tiene acceso a una pequeña playa desprovista de arena, El Pasito, que no puedo ver ni fotografiar porque la marea está alta y está toda la playa cubierta de agua.
Un camino ayuda a bajar casi a nivel del agua y luego a recuperar la altura por la que venía caminando.





Desde donde estoy ahora, al mirar atrás sí puedo ver la playita de El Pasito. Un lugar recogido como pocos.


Justo cuando llego a la meseta que hay en Baja Cumplida veo un antiguo torreón, completamente ruinoso, que me habla de lo que debió ser su cometido hace muchos años, posiblemente como torre de vigilancia. Desgraciadamente, tampoco aquí existe ningún letrero ni panel informativo que pueda dar noticia de qué es lo que estoy viendo.




Advierto también que en este punto hay que tener mucho cuidado, pues una caída desde aquí podría dar un grave disgusto.


Caleta Larga es magnífica, pero inaccesible desde donde yo estoy. Creo que si se la bordea toda hasta el otro extremo se puede acceder a la mínima playa que tiene (de tierra negra) a través de una torrentera. Pero por aquí, es un verdadero acantilado.




Inicio el regreso tratando de adivinar por dónde debo ir. No hay ni el más leve indicio de por dónde está la traza del camino. Gracias a que llevo el gps puedo orientarme razonablemente bien. Sé que dirigiéndome siempre al oeste, dejando a mi espaldas Caleta Larga, iré en la buena dirección.
Cuando llevo un trecho recorrido, queda ante mi otra torrentera, aunque no es profunda, por lo que puedo atravesarla sin mayor problema. En la misma veo una estructura circular. Creo que se trata de un pozo. Ahí dejo constancia del mismo.



Dado lo llano del terreno, enseguida diviso un camino de tierra que identifico con el que lleva al Camping de Puerto Muela. De hecho, pasa algún coche de vez en cuando. Enseguida llego al mismo.



Sigo el camino hacia la derecha, sabiendo que me llevará al punto de origen de mi ruta. Cuando llevo recorridos dos o trescientos metros, me llama mi hijo para proponerme venir a recogerme, pues tenemos previsto hacer cosas para la tarde. Como mis objetivos están cumplidos, acepto la propuesta.
Sigo andando hasta una intersección donde un cartel indicador informa sobre las tres alternativas de los caminos que desde allí parten. Uno lleva a Playa Mujeres, que es el que yo debería tomar para rematar la ruta. Otra a la Playa del Pozo, que en este momento no me interesa. La tercera a Playa Blanca, que es por la que vendrá mi hijo con el coche. En consecuencia, continúo andando por esta, sabiendo que en un momento u otro me verá.



Recorro todavía otros 400 metros hasta llegar a otra intersección que sería, posiblemente, más interesante para quien pudiera hacer esta ruta siguiendo mi track, ya que en este punto sale un camino que lleva, directamente, a Playa Mujeres y muy cerca del Hotel Papagayo Arena, del que partí.

3 comentarios:

  1. Hola Teófilo. Las construcciones a las que haces referencia como torres... Se trata de Caleras, muy extendidas por toda la isla. Los edificios volcánicos antiguos tienen en sus laderas el denominado "caliche". Ha sido extraído y mediante estas caleras (hornos de cal), se ha producido cal, la cual se vendía en la isla y se exportaba. Casi todas las caleras esán junto a la costa, para facilitar su embarque y exportación.
    A modo práctico: las salinas de Janubio están situadas en lo que antes era el Real Puerto de Janubio. Una ensenada o bahía natural que era utilizada por barcos para embarcar productos como la cal o la barilla. Tras las erupciones de 1730-36, se cerró formando la actual playa y laguna, que fue utilizada para construir las salinas más grandes de Canarias.

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    1. Hola amigo, buenas tardes.

      Muchísimas gracias por tu aclaración, de la que deduzco que o vives en Lanzarote o eres buen conocedor del entorno.

      Respecto a la primera "calera" ya indico en el texto que es una de las alternativas, dada la forma de la entrada. De la segunda no lo insinúo siquiera, toda vez que de lo que debió ser la boca del horno no queda vestigio alguno.

      Muchas graias, de nuevo, por tu aclaración de la que ya queda aquí constancia. Transcribiré a los puntos correspondientes de Wikiloc tus aclaraciones.

      Un cordial saludo.

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    2. Efectivamente, resido en Lanzarote. Gracias a ti por difundir nuestras riquezas geológicas y etnográficas. A un apasionado como yo, nos encanta ver a gente que también disfruta con ello. Gracias de nuevo y un saludo desde la isla conejera. Reserva de la Biosfera.

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