jueves, 4 de abril de 2013

Ruta de la Lana - 03 Dehesa de la Luz, Petit y Molano


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Realizada durante la mañana del 3 de abril de 2013. Mañana templada, pero oscura por las abundantes y densas nubes y con una lluvia algo más que intermitente. Suelos anegados que nos ha hecho introducir el pie en agua hasta tobillo en alguna ocasión.
Como contrapartida a lo anterior, un paisaje precioso, dehesas magníficas, colores impactantes. Ruta para repetir, sin duda alguna, en idénticas circunstancias.


Aparcamos en la calle de la Charca, en las inmediaciones del Puente de San Marcos, por debajo del muro de contención de la Charca Grande, que estaba hasta los topes de agua, motivo por el que las aguas de la Charca Chica (sobre la que cruza el Puente de San Marcos) estaba también a rebosar, como es propio en estas fechas de todo tipo de charcas.




Pasado el Puente y adosado al muro de la Charca Grande, un molino en buen estado de conservación.


Tras pasar el puente y detrás de una pequeña construcción, nos quedamos sorprendidos por el caudal de un pequeño arroyo que, proveniente del Camino de las Viñas, vierte sus aguas en el arroyo Grajuela. El espectáculo es lo suficientemente atractivo como para fotografiarlo.



Un poco más arriba, un pozo cuadrado de buenas dimensiones, figura poco utilizada para estos usos. El pozo, enrejado en su boca.


La sugerencia que teníamos era seguir el camino asfaltado, jalonado de las cruces del Viacrucis, hasta la ermita de la Virgen de la Luz.


Para ello hay que pasar un puente sobre el arroyo Grajuela Mayor, que venía con abundante agua, como el paso canadiense que hay pocos metros más allá.



Pasado la canadiense que da acceso a la Dehesa Boyal de Arroyo, el camino asfaltado conduce directamente a la ermita, pero nosotros preferimos pisar tierra, por lo que nos desviamos ligeramente a la derecha para seguir un camino que transcurre paralelo al asfalto y va más en contacto con la naturaleza.





En todo momento, entre las encinas, tenemos a la vista la ermita, pero tenemos que andar con muchísimo cuidado porque en algunos lugares la abundancia de agua hace que nuestras botas se hundan en ella más de lo que nosotros quisiéramos.



Enseguida llegaos a la Ermita, a la que accedemos por su lateral derecho, entre la ermita y el monumento conmemorativo de la Coronación Canónica de la Virgen y el crucero que se yergue sobre una gran roca.




De ninguna manera podemos dejar de fijarnos en la tumba antropomorfa existente al pie de la roca con la cruz. Existen otras a la izquierda de la misma, a poco más de 50 metros, donde se inicia la carretera de bajada.



Rodeamos la ermita para ver su fachada y comenzamos la bajada hacia la carretera justo por el otro lado a donde se encuentra la casa del ermitaño. Es el llamado “Camino de la Angarilla”.


A unos 100 metros sale un camino a la derecha que nos lleva a las proximidades de la charca de la Dúa (junto a la que pasaremos luego). Por el entorno existen numerosas tumbas antropomorfas. Nosotros decidimos no ir, pues luego hay que regresar al camino en el que estamos y el tiempo amenaza lluvia cada vez más.
Cuando vamos culminando la bajada, salvamos el arroyo Grajuela Mayor por un puente, a continuación del que un paso canadiense nos permite salir de la dehesa boyal.





Tras salir por el canadiense, giramos a la derecha y por un camino de tierra al que llaman “la calleja del Valle”, nos vamos acercando al lugar en que cruzaremos la carretera EX-207. A nuestra derecha tenemos la charca de la Dúa que, como todas las que vemos estos días, está llena a rebosar.


Donde se bifurca el camino, giramos a la izquierda para cruzar con atención la carretera y, por el llamado “Camino de la Cañada”, dirigirnos a la Charca de Petit. Sin embargo a 50 metros del inicio del camino hay que vadear el Arroyo de la Cañada, pero como el camino carece de puente ni de vado alguno y el arroyo viene muy crecido, no tenemos más remedio que volver a la carretera y recorrerla, a la izquierda, durante unos 100 metros para, por un camino, regresar otra vez al mismo sitio pero al lado de allá del arroyo.
En la foto que adjunto de este punto, tomada una vez sorteado el arroyo, se ve la carretera al fondo y cómo el arroyo cubría por completo ese punto del camino.



Desde aquí el camino va derecho a la Charca de Petit. Nos encontraremos, junto a una buena roca a nuestra izquierda, dos o tres abrevaderos labrados en piedra un poco antes de llegar a un chozo que, también ubicado a la izquierda se encuentra a unos 100 metros del camino. Sabemos que junto al mismo hay una era enlosada de granito y una piedra solera para moler grano, pero como entre nosotros y el chozo pasa el Arroyo de la Cañada que va muy generoso de agua, nos quedamos con las ganas de visitar el chozo, conformándonos con fotografiarlo de lejos.


Unos ochocientos metros más allá de donde se ubica el chozo está la Fuente del Husillo. Cuando pasamos nosotros el agua del Arroyo de la Cañada llega hasta la misma fuente. No se ve a simple vista y nos sirve la indicación de que disponemos de que se encuentra detrás de un trozo de pared de piedra con pasaderas a ambos lados. Con esta ayuda, localizamos la fuente sin problema y dejo constancia fotográfica de la fuente y de la pared en cuestión.



Seguimos adelante el camino. Estamos en el paraje denominado del Canchal Gris y nos topamos con una cancela de acceso al complejo agropecuario de los Petit, que actualmente no es ni sombra de lo que fue.



Todo el complejo es privado, por lo que conviene pedir permiso para acceder y visitar. Nosotros tuvimos la suerte de que la persona encargada del cuidado de la finca, tras un primer momento de duda, nos autorizó primero a visitar la charca de Petit y después nos mostró someramente los jardines de lo que, hace ya muchos años, debió ser un complejo residencial y agropecuario estupendo en el que, según se nos dijo, llegaron a trabajar entre 150 y 200 personas.
Al francés Germain Petit le compraron los terrenos y explotaciones la familias Silos pero fallecidos la generación que hizo la compra, los actuales herederos tienen poco interés en la misma.
En el complejo existió un secadero de pimientos y la charca sirvió para la generación de energía eléctrica para el complejo.





De lo que un día fue la capilla que este complejo tenía, hoy poco queda más que las paredes, destinándose a la guarda de ganado.


El resto del complejo también en franca decadencia, pero no podemos dejar de comentar lo maravilloso que sería este sitio para rehabilitar esto como casa rural o lugar de retiro y descanso.




Regresamos al camino. Hemos de pasar por detrás del complejo de Petit, Encontraremos dos cancelas. Hemos de atravesar la que está en el camino y no la que se encuentra pegada a la pared de la finca.


El camino nos va dejando a nuestra derecha algunas casas en las que vemos que se encuentran sus dueños. Comentamos la tranquilidad con que debe vivirse por esta zona.
Entramos en una calleja con buen camino para los pies. Los inevitables charcos, amplios y generosos después de las lluvias caídas ya son como parte de la familia.


Como quinientos metros después de haber cruzado la última cancela encontramos a nuestra izquierda el Pozo de Pelabarquero. Según la documentación de que disponemos hace pocos años habían cinco abrevaderos de piedra a su alrededor. Asombrados comprobamos que únicamente queda uno. Los otros deben haberlos robado algún desaprensivo.



A estas alturas de la mañana la lluvia ha comenzado a caer de modo persistente. No podemos evitar llevar los paraguas abiertos y las capuchas caladas, con lo que la realización de fotos se ve dificultada.
Caminamos, con alguna dificultad por el viento, hasta el Embalse de Molano, del que se abastece Arroyo de la Luz. Comprobamos que, como todos sus hermanos menores, está completamente lleno de agua. Hay postes de luz o de telégrafos cuyas bases están completamente dentro del embalse.
Lo bordeamos sin ninguna dificultad, dirigiéndonos hacia la carretera que nos llevará a Arroyo.



Un antiguo chozo en razonable estado de conservación queda a nuestra derecha.


Apurados por la lluvia ponemos rumbo a Arroyo. Por el camino nos incorporamos a la CV-100, que seguimos con mucho cuidado por la izquierda hasta llegar a la altura del cementerio, momento en que pasamos al lado derecho, al disponer de acerado que, sin más dificultad, nos lleva hasta el punto de origen donde aprovecho para fotografiar la Ermita de San Sebastián, prácticamente a la entrada del pueblo.



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