lunes, 18 de marzo de 2013

Fuente Ballestera y Pozos de Escurial (Miajadas)


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Organizada por el  Área de Dinamización Deportiva de la Mancomunidad Zona Centro y con la colaboración del Club Senderista “Peña del Diablo” de Miajadas (Cáceres) y dentro del Circuito Extremeño de Rutas Senderistas 2013, de la FEXME (4ª ruta), se llevó a cabo durante la mañana del domingo 17 de marzo de 2013.


Nos reunimos entre 50 y 60 senderistas. Nos habían citado a las 8,30 en la Plaza de España de Miajadas. Todas las previsiones meteorológicas anunciaban que llovería desde la hora de salida hasta la de llegada. Y todas las previsiones fallaron, gracias a Dios, pues el agua que tuvimos que aguantar durante la ruta siempre estuvo bajo nuestras botas, pero en ningún momento sobre nuestras cabezas.


Tras el reparto de camisetas y sellado de credenciales, iniciamos la marcha a las 9 en punto, saliendo por la calle Felipe II, pasando junto a la Iglesia de Santiago en cuyo tejado tuvimos la oportunidad de ver la primera de las muchas cigüeñas de la jornada.




De allí seguimos hacia la Calle de Colón y por ésta, hacia el paraje denominado “Fuente de la Zarza” hasta encontrarnos con el Pozo del Toril, de buenas dimensiones pues tiene entre ocho y diez metros de diámetro. Todo él está rodeado de lavaderos individuales de roca pura en la que se ha labrado el hueco para acoger el agua y la ropa. Todos ellos tienen el correspondiente agujero de desagüe. Y hay que reconocer que nuestros antepasados se curraban a base de bien estos artilugios. Ahora compramos una lavadora “triple A” y estamos “aviaos”.




Nos contaban que, hace muchos años, las mujeres del pueblo venían a lavar aquí, Y se respetaba rigurosamente el turno de llegada para hacer la colada.
Visto el pozo, dejamos a nuestra derecha una charca que está junto a aquel y por una de los numerosas callejas que recorremos en esta mañana nos dirigimos a la autovía A-5 que seguimos, hacia la derecha, durante unos 600 metros hasta alcanzar el puente que nos permite cruzar sobre la autovía al otro lado.


Durante algo más de dos kilómetros recorremos otra calleja, realmente preciosa, pero por la que resulta evidente que el tránsito ya no es frecuente, aunque sí debió serlo en otros tiempos, dada la anchura de la misma. Hoy los laterales, junto a las paredes que la limitan, están llenas de hierba, zarzas, ramas, etc… por lo que transitamos por la vereda que se hace presente en medio de la calleja. Así, pasamos junto a las fincas de Cancho Gordo, Dehesa del Campo, el Sapillo y las Herruzas.





Después de 2,2 kilómetros desde que dejamos la carretera y cuando estamos a quinientos metros escasos de la Fuente Ballestera, el paso resulta imposible dado que el camino está completamente anegado de agua.




Con la lógica desazón por no haber podido ver uno de los objetivos de la jornada, giramos a la derecha y seguimos el camino durante 100 metros, para volver a girar a la derecha por otra calleja que nos lleva otra vez en dirección a la autovía.




La presencia de agua y barro en el camino es constante y abundante, lo que no resulta óbice para que podamos extasiarnos con la belleza del entorno: esparragueras, jaras, cantuesos y olivos, muchos olivos de muchos años de edad a juzgar por los troncos que tienen.


Las grandes rocas que conforman el camino tienen un musgo que, en ocasiones, tiene dos dedos de grosor, lo que hace que no deje de admirarme de la vida a la que da lugar el agua.


A nuestra izquierda, a lo lejos, toda la Sierra de los Alijares, de casi 800 metros de altitud cubierta, en parte, de nubes.


Mientras caminamos no podemos dejar de admirarlos de la belleza de las dehesas que están al otro lado de la pared: el Sapillo y la Dehesa del Cancho rebosan de agua y explotan en verdor salpicado de flores blancas y amarillas.



Al llegar de nuevo a la autovía volvemos a girar a la derecha para meternos por el camino que atraviesa Cancho Gordo haciendo ahí un alto para reagruparnos y tomar algo.



Dado el estado de los caminos, los responsables de la ruta deciden que iniciemos la marcha hacia Escurial, por lo que volvemos a ir hacia la autovía, que atravesamos por el mismo puente de antes para seguir la calleja que, pasando por medio de la Dehesa Cancho, nos lleva a cruzar la antigua carretera para dirigirnos a Escurial.



Comento con Vicente Pozas, con el que he hecho bastantes rutas en lo que va de año, la abundante presencia de ganado equino en las fincas que atravesamos, prácticamente inexistente en otras fincas extremeñas. Y ambos coincidimos en que, seguramente, tiene que ver con la cultura popular y que al igual que en unos pueblos todos usan gorra, en otro todos boinas y en otros todos sombreros, también la tenencia de caballos, burros o mulas no es algo que esté generalizado en todos nuestros pueblos, teniendo cada uno sus peculiaridades.



El agua en el camino es una constante y, a estas alturas, las botas de todos están completamente manchadas de barro. Uno de nuestros acompañantes, habitante de esta zona, lamenta el que vayamos directamente a Escurial por la carretera EX-102 y comenta que hubiera sido más atractivo girar a nuestra izquierda para haber llegado al pueblo sin pisar asfalto. Coincidimos con él y comprobamos en los minutos siguientes que si nos hemos quedado sin visitar la Fuente Ballestera, primer objetivo de la ruta, también nos vamos a quedar sin ver los pozos de Escurial, que constituía el segundo.
Al entrar en el pueblo por la carretera, un crucero nos sale al encuentro y cincuenta metros más abajo, un pozo antiguo, con brocal escrecho y muy antiguo, labrado con piezas de granito. En el pequeño apartado en el que está el pozo, también dos losas de granito nos sugieren el lugar de descanso de quienes venían a llenar sus cántaros en otra época.




En la pequeña plaza que hay delante de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción esperamos a que lleguen los senderistas que vienen más despacio. Mientras me entretengo en fotografiar la Iglesia y una cigüeña que pasea su mirada sobre el pueblo desde la atalaya que le ofrece la torre de la Iglesia.


El Ayuntamiento de Escurial ha tenido la gentileza de ofrecer un aperitivo a los senderistas, que agradecemos (es la 1 de la tarde).
Durante toda la mañana un senderista habitual de estas rutas, el buen amigo Juanjo (“Mallo” para los más conocidos), no ha dejado esparraguera a su paso sin expurgar; el resultado de su esfuerzo ha sido un fenomenal manojo del que le digo que no podemos dejar de inmortalizar a lo que, con su habitual simpatía, se presta de buen grado.



Salimos de Escurial por la Laguna del Pato para, por carretera, hacer el kilómetro y medio que separa ambas localidades.



A la entrada de Miajadas fotografío uno de los cruceros que tiene la localidad, así como una señal indicadora de los Caminos de Guadalupe.



Volvemos a la Plaza de España, punto de salida, donde damos por finalizada la jornada senderista.

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