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La vías pecuarias se clasifican en cuatro categorías:
La vías pecuarias se clasifican en cuatro categorías:
Cañada: aquellas cuya anchura no exceda de los 75 metros.
Cordel: cuando su anchura no excede los 37,50 metros.
Vereda: las que su anchura no es superior a 20 metros.
Colada: su anchura se determina en el acto de la clasificación.
El objetivo de esta ruta era recorrer, al menos en parte, las
múltiples coladas existentes en torno al municipio pacense de Villar de Rey.
Organizada por la Mancomunidad de municipios Lácara-Los Baldíos
(Badajoz) se llevó a cabo durante la mañana del domingo 27 de enero de 2013.
Mañana de buena temperatura, bastante nublado al comenzar la
marcha. Nos llovió (un chirimiri) desde las 12 horas y un poquito más fuerte
desde las 12,30, sin que llegara a ser lluvia fuerte en ningún momento.
Unos 400 participantes. Magnífica organización. La ruta había
sido señalizada el día anterior con todo esmero, lo que se notaba en la
abundancia de señales, carteles indicadores, folios (plastificados)
informativos… Un derroche de dedicación de obligado agradecimiento para los
participantes.
La ruta se inicia en los aparcamientos del recinto ferial de la
localidad, para salir del pueblo por la calle de San Simón en dirección
noroeste.
A poco de comenzar la marcha (no se ha llegado aún a 1,5
kilómetros) y cerca de un cerro con antenas repetidoras de telefonía,
encontramos antiguos hornos de cal, en situación de ruina. A la izquierda del
camino existe también lo que me pareció ser una recreación actual de los
antiguos hornos.
Dos kilómetros más adelantes nos vemos sumergidos en la belleza
de la Sierra Jabaliega, en la que nos hemos adentrado dejando a nuestra
izquierda la pequeña Fuente de la Liebre,
comenzando a dar el camino un suave
giro que nos conducirá en dirección sur y que nos llevará, entre grandes
extensiones de un campo pobre hacia un granja porcina a 7 kilómetros del
inicio.
La ruta se hizo en el mes de enero, después de una temporada de
abundantes lluvias lo que dio lugar a que a la vista de los senderistas se
extendieran inmensas extensiones de una tierra, con una hierba rala y de un
tremendo verdor, recordándonos las superficies de los campos de golf.
Tras la granja porcina aludida, el camino gira rápidamente en
dirección oeste, mientras nos vamos encontrando charas y explotaciones
ganaderas.
A 13 kilómetros del inicio nos llama poderosamente la atención
una finca cuyos límites no vienen marcados por alambradas ni por pared antigua
de piedras. Inmensos bloques de granito, de 2 y 3 metros cúbicos cada uno, se
alinean a lo largo del terreno para delimitar los límites de la cantera
existente en el lugar. Especialmente llamativa una gran losa del mismo material
sobre la que se apoya con suavidad la rama de un alcornoque.
Vuelve a girar el camino a la derecha para, en dirección norte,
ir al encuentro del Río Zapatón, con un gran caudal de agua en la fecha en que
se realizó la ruta. Es la parte más difícil del camino a recorrer, no solo por
lo abrupto del mismo, sino por la gran cantidad de barro y charcos por los que
hay que pasar.
La Ermita de Nuestra Señora de la Rivera, incardinada en la
“Ruta de los Molinos”, que también pasa
por aquí, y que encontramos abierta, nos invita a entrar a visitarla.
Justo a continuación cruzamos la carretera que lleva a Badajoz,
punto en el que un bar-restaurante puede ayudar a reponer fuerzas, si fuera
necesario.
Vamos subiendo de nuevo hacia Villar del Rey, dejando siempre
el Río Zapatón a nuestra izquierda, en el que podemos ver los restos del Molino
de la Cruz y la represa. Curioso que entre las cuatro paredes del Molino han
crecido grandes árboles que han acabado con cualquier vestigio de lo que un día
pudo ser el tejado.
Pocos metros más allá el camino gira de nuevo a la derecha y
desciende para llevarnos de nuevo hasta
Villar del Rey.
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